Por: Luis Daniel Rosas Martínez
Los
pueblos de Iztapalapa y Culhuacán son comunidades vecinas que albergan una
vasta historia, patrimonio, cultura y tradición. Dentro de este gran marco de
riqueza sobresale la gran veneración hacia tres representaciones religiosas
procedentes del periodo novohispano, el Sr. de la Cuevita, el Sr. del Calvario
y la Virgen de la Candelaria. En las siguientes líneas expondré la información
que las Relaciones geográficas del
Arzobispado de México de 1743 aportan sobre estos tres signos de fe.
El Señor de la Cuevita: En
primera instancia el documento expresa la existencia de una gran veneración
hacia este Cristo que en aquel tiempo era conocido como el señor de Iztapalapa.
Este culto no solo era propio de los pobladores locales, pues de otros pueblos
y de la capital venían a la fiesta de la imagen que se realizaba durante la
Pascua del Espíritu Santo o solemnidad de Pentecostés. Lo más interesante es
que el informante expresa lo poco que se sabía acerca del origen de la imagen,
sin embargo, deja constancia de que por antigüedad se decía que:
Lo traían unos naturales
de Oaxaca en un cajón […] que habiéndole cogido la noche en dicho pueblo […]
muy temprano […] yendo a cargar el cajón con el Señor, se les hizo tan pesado,
que […] no lo pudieron cargar […] dieron parte al cura, el que vino […] Y
admirado del caso mandó abrir dicho cajón a vista de todos y halló que
milagrosamente se le movió el Señor y […] con la brevedad posible le hicieron
su capilla en el mismo lugar y cueva.[1]
El Señor del Calvario: En lo
referente a Culhuacán el escrito dejó registrado que en aquel momento habitaban
8 religiosos agustinos el convento fundado en 1533, al igual que manifiesta la
existencia de la parroquia y nos deja constancia de que había ¨una capilla en
una cueva con un Señor, que su advocación es el Santo Entierro en quien los
naturales y demás vecinos tienen puesto todo su afecto y devoción y
experimentan su gran misericordia cada día en muchas felicidades¨[2]
La virgen de la Candelaria: De
igual forma sobre el mismo pueblo se anotó que a las orillas de la Acequia Real
los religiosos agustinos tenían una ermita dedicada a una señora y en la cual
pedían limosna. Se relata que dicho templo fue puesto ahí por petición de los
pasajeros que transitaban por la acequia debido a que habían experimentado:
Repetidas veces muchas
desgracias y ahogarse y sumergirse algunas canoas con la gente que iba en ellas
motivado de un gran remolino […] después de puesta dicha señora […] ha sido muy
rara la que se ha experimentado […] en muestra de su gratitud dan a la señora
los mencionados pasajeros sus limosnas, cada uno lo que puede.[3]
A
manera de reflexión puedo decir que en el primer caso algo de lo más
sobresaliente es que la fuente nos da noticia de una de las versiones más
antiguas sobre el origen del Sr. De la Cuevita. Respecto al segundo, este
documento es vital ya que es una de las escasas fuentes escritas que hacen
referencia al Santo Entierro de Culhuacán en la época colonial. En lo relativo
al tercer apartado este escrito también es esencial, pues nos deja constancia
de que el culto a la virgen (hoy con advocación de la Candelaria) es más
antiguo de lo que se cree, además de mostrar que el relato sobre su procedencia
se mantiene casi intacto hasta la actualidad.
Finalmente
considero que los datos anteriores reafirman la antigüedad de estas tres
devociones, lo que ayuda a comprender el
arraigo que se tiene hacia estos signos de religiosidad y a entender la gran
devoción expresada actualmente en celebraciones como la Semana Santa, el día de
la Candelaria o la Festividad de la Santísima Trinidad. Además, debido a las
pocas referencias sobre estas devociones durante la época colonial, este
documento brinda verdaderos destellos en la oscuridad.